Las paredes del aula: fuente de aprendizaje

El ambiente del aula: recurso clave para el aprendizaje de los alumnos

El ambiente de aprendizaje comúnmente llamado ‘aula’ recibe a los alumnos todos los días. Pizarrones, bancos, tizas, cartulinas y otros menesteres son lo que usualmente podemos ver sobre las paredes del aula. Allí es donde se desarrolla la mayoría de las actividades de una escuela. Es un elemento curricular más, con una importante fuerza formativa que impacta sobre el aprendizaje de los alumnos. Los profesores deben entonces sacar el mayor provecho de este recurso mudo que los acompaña día a día en sus clases. ¿Mudo? Mudo hasta que habla.

Al hacer visible el pensamiento en las aulas los profesores logran que esa paredes – antes mudos testigos de lo que allí acontece – cobren vida, se llenen de pensamientos, de procesos deductivos, de conexiones, de preguntas no sólo del profesor sino también de los educandos, de mapas mentales y la lista es tan interminable como lo son los aprendizajes de los alumnos.
Cualquiera que entrase a un aula de estas características podría rápidamente observar y entender qué es lo que está sucediendo allí, qué tipo de aprendizaje se está logrando, qué secuencia de pensamiento se fue dando a lo largo de los días o semanas de clase. Son aulas con paredes que hablan.
¿Paredes que hablan? Sí. Difícil de imaginar. Son las paredes de las aulas donde el pensamiento es el protagonista. Paredes que acompañan el aprendizaje de los alumnos y que no permanecen impávidas frente a lo que acontece allí dentro. Están vivas y cambian con el devenir de las actividades que se desarrollan día a día. Muestran el trabajo de los alumnos. Paredes que no son simplemente decorativas sino que transpiran aprendizaje, procesos, preguntas.

Seguramente muchos de ustedes que están leyendo estas palabras puedan imaginarse paredes similares a estas. Muchos tal vez visualicen aquellas que los acompañaron a lo largo de su escolaridad y vean una realidad diferente. Sus paredes ¿hablaban? ¿les servían como reflexión para el aprendizaje? Las paredes de las aulas, el contexto físico, el entorno de aprendizaje, es un recurso muy importante tanto que muchos se atreven a llamarlo ‘el tercer profesor’.

Y este ‘tercer profesor’ es el que muchas veces marca el clima de aprendizaje que allí se vive. Deja plasmado y al desnudo como una radiografía la historia pedagógica que sucede en esa aula. Los alumnos pueden ver sus trabajos con el orgullo de saberse autores de los mismos. La decoración del aula les pertenece. Ellos son los verdaderos protagonistas de lo que allí sucede. No importan los errores. Son oportunidades de aprendizaje. No importan los trabajos repetidos de uno y otro alumno del aula. Son instancias de enriquecimiento para todos los que allí viven día a día la aventura de aprender. Los trabajos cambian conforme avanza el proceso de enseñanza-aprendizaje. Todos tienen su momento de fama sobre la pared.

Las aulas ‘parlantes’ tienen sus paredes cubiertas con trabajos que documentan el aprendizaje. Esta documentación tiene no sólo valor pedagógico. Tiene también un impacto sobre el aprendizaje de los alumnos. Son sus trabajos los que los acompañan día a día, son sus producciones. No hay placer más grande que ver el orgullo pintado en la cara de un alumno cuando muestra sus trabajos dispuestos a lo largo del aula cual galería de arte.
El docente que así trabaja utilizando el aula como un recurso pedagógico hace visible los procesos de pensamiento de sus alumnos, los ayuda a hacer conexiones con sus saberes previos y a evocar conceptos fundamentales. Todas estrategias fundamentales para que sus alumnos aprendan a a aprender y vayan ganando en autonomía.

Los profesores que logran hacer de sus ambientes de estudio, de sus aulas un lugar donde el pensamiento está vivo dan a sus alumnos un tesoro invaluable: el gusto por el camino de aprendizaje recorrido.

María Barberis
María Barberis

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